miércoles, 29 de abril de 2009

...La persistencia de la memoria...


La persistencia de la memoria...

Cuenta el propio pintor en La vida secreta de Salvador Dalí que una noche, tras cenar queso de Camembert, se puso a meditar sobre los "problemas filosóficos" de la materias dura y blanda. Este pensamiento le llevó hasta un cuadro inacabado de un paisaje de Portlligat presidido por un olivo seco, rocas y un atardecer melancólico. Entonces surgió la inspiración: añadió los relojes blandos, que se deshacen quizás cansados de marcar la misma hora, y surgió La persistencia de la memoria, icono del surrealismo y obra capital del pintor. Pintada en 1931 por un joven Dalí de 27 años.
He quedado fascinada con esta gran obra, se ha visto reproducida tantas veces que la habíamos construido más grande en nuestro pensamiento, la habíamos magnificado,siendo que el óleo sorprende por su pequeño formato (24 por 33 centímetros) y por la emoción pura que logra transmitir.
Lo que resulta difícil, o acaso de definir en esta tela es la extraña figura del centro, sobre la que el blando reloj reposa, puede discutirse si se trata de un ser viviente que ha perdido la patas, o una piel, o algo que parece una cara, sin embargo, interpretándola puede definirse claramente: es algo desinflado, exhausto, interte y flácido, algo que no podia moverse más y quedo varado en las rocas.
Los tres relojes tienen una expresión similar de elasticidad y fluidez gomosa, esto contrasta con la dureza metálica del cuarto reloj, el efecto que tiene de pesada inercia es aumentado por la multitud de atareadas hormigas, que deboran el tiempo goteante como miel.
Aquí reina una quietud absoluta; luz y sombra parecen arrastrarse lentamente; si algo se mueve en la clara pintura lo hace perezosa, viscosamente, dejando un rastro.
El ambiente se opone a todo elemento que corra, se arrastre o fluya, mientras todos los mecanismos de tiempo se ven goteando.
Me halló aquí, frente al tiempo personal, que, a diferencia del tiempo mensurable, cada quien puede dilatar o contraer según sus deseos, y así he hecho con cada momento que estuve a tu lado, el recuerdo que arrastro conmigo pertenece a un tiempo donde el tiempo del reloj no es válido, apesar de las atareadas hormigas que tratan de devorarlo, sigues aquí, en la persistecia de mi memoria...

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